domingo, 8 de abril de 2012

Reflexiones sobre el amor en un día como hoy… Pascua de Resurrección.


Hace algunos años leí “La Oración de Jesús” de Ignace de la Potterie, recuerdo claramente el análisis que hacía el autor con respecto a la oración del Señor “antes de cada momento clave en su vida”.

Hago mío el comentario de Gh. Lafont en cuanto a que la propuesta de de la Potterie nos permite entrar y reflexionar en los misterios de la conciencia de Jesús, la sencillez profunda de Su oración son también el reflejo de la sencillez profundamente infinita de Su amor. Consciente, silencioso, misterioso, concreto, fiel, a solas con su Padre.

También frente a la Pasión oró de esta manera, recordemos Getsemaní. Y ¿Qué nos dice todo esto a cada uno?. ¿Nada?. ¿Algo?. ¿Todo?.

Estos días nos dicen de todo, si sabemos escuchar. El Triduo Pascual es el compendio de nuestras vidas,  sin embargo quería escribir este post reflexionando específicamente sobre el sentido de la consciencia de nosotros mismos y como ésta (la consciencia) está relacionada íntimamente con el amor que recibimos y prodigamos.

Jesús era plenamente consciente de su misión y en ella desplegó todo Su amor humano y divino.

Entre la nada, el algo y el todo existe un grado de consciencia menor o mayor con respecto a la realidad de nuestras vidas y en la medida que nos reconozcamos en ella podremos volcar todas nuestras capacidades y desarrollar todas nuestras posibilidades amando desde una humanidad cada vez más plena.

Hemos nacido para amar y cualquier cosa que interfiera con eso atenta contra nuestra humanidad y en consecuencia contra nuestra felicidad.

La libertad humana está siempre condicionada por la realidad que nos rodea y la que vive dentro de nosotros, sin embargo, tenemos la libertad de escoger nuestra actitud frente a cualquier circunstancia dada, a pesar del sufrimiento y el dolor.

Y hablo de sufrimiento y dolor desde la alegría de la Resurrección mirando hacia atrás recordando los momentos de la Pasión. Pasión significa padecer, sufrir, tolerar. El ser conscientes de nuestra vida, el descubrir el sentido de nuestra existencia nos abre al amor, ese que es capaz de superar el sufrimiento cotidiano y convertirlo en semilla de eternidad.

Miremos la cruz, mirémoslo a El, hoy, glorioso en la plenitud perfecta de su gloria, tomemos consciencia del horizonte que nos muestra, comprometámonos, que brille nuestra mente, se arrodille nuestro corazón y estiremos las manos para recibir su Amor.